jueves, 14 de junio de 2012

Tipos de pollo o cómo identificar tensiones

Esta vez se me ha ido de las manos y no sé cuánto tiempo llevo sin publicar nada. Ante todo, pedir perdón, y pedir que no haya tensiones en el ambiente, que rápido me montáis un pollo.

Y precisamente de eso voy a hablar hoy, de los pollos y sus tipologías. No esperéis encontrar la receta del Pollo a la Pantoja, eso sí.

¿Buscando un manual de instrucciones para tratar con el personal que te rodea?¿Notas ambiente hostil a tu alrededor y no sabes ni por dónde te viene? No busques más, la Wikipedia no tiene nada que decir ante esto, yo sí.

Puede que tu pareja se haya cabreado contigo, que notes ciertas tensiones por parte de alguien, o, lo que también puede suceder, que estén muy enfadados contigo y ni lo sepas. Si pretendes encontrar respuestas a esto a través de Google tendrás que seguir unos pasos:

1.- Encontrar las primeras páginas en las que pone que te mueres. Esto es así, es como cuando tienes síntomas de cualquier cosa, si buscas en Internet, acabas encontrando un foro en el que aseguran que es malísimo, y que nos coges la delantera a todos, sin esperar al fin del mundo en diciembre.

2.- Pasar a Google Imágenes y encontrar tías en pelotas. Segundo hecho de Internet, pongas lo que pongas, en Google Imágenes siempre hay un pecho esperándote. (Por cierto, NUNCA pongáis "montar pollo" en Google Imágenes... :S)

3.- Dar con mi blog y hacerte seguidor, esto también es así.




Una vez seguidos todos estos pasos, aquí tienes el material que estabas buscando:

a) Pollo silencioso. Ese pollo que está tan bien camuflado, que podríamos llegar a decir que ni existe. Podrás tenerlo delante y no darte ni cuenta.

Es un pollo complicado, porque la otra persona tiene un mosqueo interior curioso, que tú ni siquiera sospechas. Para ti el mundo es de color de rosa, y la otra persona tiene el interior muy quemado.

El enfadado pretende que le pidas perdón por algo, le des alguna explicación, etc. pero presuponiendo que tú tienes que saber lo que le pasa. La gravedad de la causa de este tipo de pollos suele ser muy baja, normalmente estando asociada la causa a factores subjetivos y de dudoso equilibrio mental del que gesta en su interior el pollo silencioso.

Este cabreo camuflado podrá identificarse por puyitas diversas, torcedura de morro, o ironía excesiva.






b) Pollo en negación. Una de las secuelas del pollo silencioso.  Tú, que eres una persona hábil, con intuición, con don de gentes,... te das cuenta de que algo pasa. Bueno, eso y que te acaban de lanzar una puya que te ha dejado noqueado. Entonces se te ocurre preguntar "¿Te pasa algo?". ERROR. Acabas de provocar que el pollo silencioso mute a pollo negativo. "¿¿A mí?? ¡Nada! ¿¿qué me va a pasar?? ¿¿Es que me tiene que pasar algo??".

Llegados a este punto, hagas lo que hagas te lleva a la calavera. Si eres tan ingenuo de creértelo y continuar como si nada, MAL. Si insistes porque no ha colado, MAL. Ante tal tesitura, retirada suave, abandono temporal del cónyuge, dejar que sus leones mentales se peleen solos y, cuando la fiera haya muerto, volver como si nada.

c) Pollo público. Bochornoso. Procedente de individuos sin ningún tipo de control mental, con el conocimiento justo para no mearse encima, y con gran desarrollo del gen "soy verduler@ y carne de TeleCirco".

Puede venir precedido de un pollo silencioso en algunos casos, es decir, estás en tu casa con tu pareja, las dagas de rencor vuelan por la sala sin que te des cuenta, vais a ir a cenar con unos amigos y tú, ingenuamente, prevés una gran noche. Por su parte, el pollo silencioso está trabajando fino. Resguardado en la mente de la otra persona, está tramando cosas que van desde "No me apetece ir con esta gente" o "¡Yo enfadado y ésta aquí tan pancha!" hasta "Mírala, el detallito tan feo que tuvo hace 4 meses y ahí tan a gusto que está!".

Este pollo público puede estar precedido también por uno negativo. Es decir, ante ciertos detallitos te da por preguntar "¿Te pasa algo?", te dicen que no y tú te lo crees, asique prosigues tu cita en grupo con total normalidad.

El pollo público puede venir también de nacimiento, que la gente es así por tara genética y ya está.

El caso, que venga de donde venga, lo peor aún está por venir. Todo eran risas hasta que el pollo público decide hacer su aparición. Entonces, con tus amigotes presenciando todo, tu pareja comienza a cruzar los brazos adoptando la pose de aburrimiento, a fruncir el ceño, a regañarte por lo que haces, a reprocharte cosas en bajito, a subir el volumen, subir el volumen, subir el volumen,... y ahí lo tienes, en todo su esplendor.

Para identificar este tipo de pollo sólo tienes que escuchar el comentario de la jugada por parte del resto de acompañantes que dirán: "¡¡la que le ha liado!!". De estas escenas salen motes como "calzonazos".

d) Pollo roaming. El pollo más internacional, el que va más allá de las fronteras, no entiende de idiomas ni ajustes horarios.

Tú que te vas felizmente de viaje al Caribe con tu novio, que decides que la fría Rusia es buen momento para darse calor humano con tu chica, o que te vas de relax con tu pareja a Bali,... y de repente, una rusa, un caribeño mazado o el detallito raro que tuviste hace 2 semanas, activan el roaming bronquil y ya lo tienes montado.

Ni el motivo del viaje, ni el destino, ni el dinero que te has gastado en los billetes de avión y el hotel son motivo suficiente para calmar los ánimos. No obstante, estos pollos son pasajeros, además de porque viajan, porque su intensidad depende mucho de la seguridad de la ciudad a la que habéis viajado, la dificultad del idioma y la capacidad de reconocer el camino hacia el hotel.

Por instinto de supervivencia, estos pollos no tienen mayor duración que la del viaje en avión, el camino hacia el hotel o el tiempo justo para hacer amigos y dejar abandonada a tu pareja en el contenedor más cercano.

e) Telepollo. Que el nombre no os confunda, hablo de las broncas telefónicas. Y cuando digo telefónicas me refiero a cualquier forma de comunicación a través del teléfono.

Normalmente esto sigue un orden. Comienzas de buen rollo por Whatsapp, unas risas, unas bromas,... y malentendido. Para solucionar el malentendido, tiras de llamada, que hablando de entiende la gente. Entonces, nada más lejos de solucionarlo, la cosa va empeorando, hasta que uno de los dos sujetos, normalmente el avasallado, cuelga.

El sujeto cabreado entra en cólera ante la indiferencia del otro. Entonces se produce un fenómeno que es al amor lo que el tabaco a los pulmones: muerte y destrucción.

Comienza a hervir la sangre del sujeto alterado y a batir récords de llamadas por segundo al otro, que, a su vez, va siendo cada vez más repelido ante tal insistencia.

Ante la ignorancia del pasivo, el sujeto activo comienza a tirar de Whatsapp con mensajes tan variados como inquietantes que abarcan temas tan contradictorios como "Perdóname, te quiero", "No sé por qué me he puesto así" hasta "esta me la pagas!", "cógeme el teléfono o te vas a arrepentir".

Un experimento podría ser dejar el móvil aparcado unos minutos. Dependiendo de cuánto se alargue la espera, puedes encontrar mensajes de todos los extremos del estado de ánimo humano. Pero ojo, cuidado con dejarlo demasiado tiempo, ya que lo último que puedes encontrar es "me planto en tu casa!" seguido de una llamada al timbre.

Nunca subestimes la locura del ser humano ni a las infraestructuras del telepollo para montarte el chiringuito en la puerta de casa.

Telepollo dirigiéndose al hogar de la "víctima"

 Si tienes dificultades para distinguir esta tipología de enfado, podrás medirlo por lo que dura la batería de tu móvil o por el registro de llamadas perdidas. La mejor solución a estas broncas es volver a la vida 1.0 y tirar de charla en persona.

f) Pollo boomerang. Último de los pollos que voy a clasificar, y que denomino así porque lanzas una ofensiva que, al final, te cae a ti.

Pollo Boomerang en Angry Birds

 Te hallas frente al sujeto B, con un motivo más que suficiente para estar cabreado, un motivo de esos que va más allá de las gilipolleces comunes, dispuesto a exponerlo y...de repente... te han montado el pollo a ti.

Sin saber por dónde te ha venido, como si te hubiesen hecho alguna jugada de defensa personal, te ves inmerso en una bronca hacia tu persona por parte del otro que, muy hábilmente, ha sabido cambiar las tornas y fulminar por completo tus motivos para estar enfadado por lo que fuese.


Ante esta situación, poco más que decir además de que eres poco vivo y de mente aletargada.





Hasta aquí la clasificación de hoy. Sólo me gustaría añadir que, tanto si eres el pollo como si eres el cerdo (todo en plan metafórico, como en Angry Birds) contra el que se dirige el pollo, uses el sentido común. Igual que hay campañas de concienciación contra el alcohol, las drogas y los accidentes de tráfico, vamos a erradicar estos actos de bandalismo interno que son muy malitos para las relaciones.

Y, por último, ante todo, decir que no me refiero ni a chicos ni a chicas, que no quiero quejas de ningún colectivo, porque yo no soy feminista ni machista, soy, como diría Nati Abascal, "persona muy humana y os quiero a todos".


martes, 20 de marzo de 2012

Dejar un poco a la imaginación

A punto de comernos el primer trimestre del año, con la primavera encima (aunque viene disfrazada de invierno) y haciendo balance de los 3 primeros meses del año, seguro que ya habéis dejado los gimnasios, os fumáis hasta los muñones, la dieta la dejasteis nada más empezarla,… vamos, los propósitos a la mierda.

Como yo, que dije que iba a escribir más este año (por aquello de dejar un bonito legado cuando palmemos todos en diciembre), y en cuanto os habéis descuidado os he dejado tirados un mes.

Pero no sufráis, he vuelto.

Algun@ ya estaba sufriendo con mi ausencia “literaria” en la red. Y es que menuda crisis le entra al personal cuando desapareces de las redes. Puedes tener toda la vida del mundo, pero si no estás en las redes sociales… estás muerto.



¿Todo esto para qué? Para hablaros hoy de la panda de frikis que está criando Internet.

Usuarios de las redes sociales somos todos, o casi todos (ya hablé un día de los tipos de usuarios, y ya os hablé de esa gente que se resiste a entrar). Y, en ese mismo post, os hablé del tipo de usuario que cuenta su vida en estados de Facebook, tomándose muy en serio la pregunta que Facebook te hace en la cabecera “¿Qué estás pensando?” (de hecho, hay gente que sobrepasa sus pensamientos y cuenta aún más de lo que su cabeza puede llegar a albergar).

El caso, que estos ya se encargan de ser frikis de forma activa, pero ¿y los demás?¿nos creemos que por no resumir nuestra vida en estados de Facebook y usarlo de forma más o menos moderada somos unos bohemios 2.0? Pues lamento deciros que no...

Tener una aplicación en el móvil a través de la que te puedes etiquetar en cada segundo dónde te encuentras, que te da puntos por darle pistas al loco psicópata que te va siguiendo para saber dónde estás, que para que te sientas importante te hace “Alcalde de tu casa” por haber hecho “Check In” allí más veces que otro (lo gracioso sería que tu mujer se esté tirando a otro y éste se registre en tu casa cada vez que vaya allí... imagínate: “Fulanito de tal ha sido nombrado Alcalde de tu casa”, ya no eres ni el más malo de tu rellano),... [Four Square]

Tener una aplicación que, cuando terminas de hacer deporte, vuelca los datos en las redes sociales para que tus colegas vean lo fuerte y lo sano que eres, y lo buenérrimo que te vas a poner este verano, una aplicación que te dice las equivalencias de comida que has quemado (fijo que si lo hago yo, cuando vengo de correr, me pondría “ha perdido 3 kilos, del hígado y el corazón, que se lo ha dejado a media carrera”, ojo, a media carrera de correr, de la otra lo que me estoy dejando es la vida), aplicación que publica tu recorrido para que los violadores te cojan la hora y el lugar y, cuando calculen que has perdido manzanitas suficientes para estar tremenda, lo aprovechen,... [Cardio Trainer]

Tener una aplicación que publica en Facebook los artículos que lees, que luego te haces la sorprendida diciendo “uys, me ha entrado un virus en la cuenta, yo no leí eso sobre la Pantoja, si a mí no me gusta el cotilleo”,... [Noticias Yahoo]





Tener un programa de música que puedes sincronizar con Facebook y a través del cual tus contactos saben en qué punto de hundimiento o de subida te hallas dependiendo de la lista de música que estés oyendo, a través del cual descubren que un día te ha dado por escuchar a las Spice, que muchos tienen como escaparate (cual “Cani” que va en su coche tuneado con la música a tope y los cristales bajados en pleno agosto para exhibir sus gustos musicales),... [Spotify]

Tener una aplicación en el móvil que se salta todo tipo de cribas a la hora de subir fotos, para la cual no existen procesos de selección en las fotos y, según echas una, ya te la está publicando en el perfil de Google+,... [App de Google+ para Smartphones]

Tener una aplicación en Facebook que publica tu inocencia, tu superstición y tu falta de cordura, es decir, publicando que te lees el horóscopo todos los días, dejando tu futuro en manos del destino, publicando que ese día, mi queridísimo Piscis, va a ser un día de mierda (acompañado por la lista “Muerte súbita” que te has creado en Spoty),... [App Horóscopo Facebook]

Todo esto, y mucho más, no es ser friki, es ser una estrella de la farándula a nivel casero. No te hace falta salir en Sálvame para que la gente se sepa tu vida.

Lo que escuchas, lo que ves, lo que haces, lo que quemas, lo que el destino te depara, a lo que juegas,...

¿Qué va a ser lo próximo?¿Avisar de las menstruaciones en Facebook? Ah, no, que ya existe! Sí, guapa, por eso tu novio ni te llama esos días, ni el vecino, ni aquel chico tan majo del trabajo, ni el del gimnasio,... [PMS Buddy]

Como la vida de friki, es muy dura, hay quien sincroniza todas sus cuentas. De esta manera, publica algo en Twitter, y automáticamente Facebook, Tuenti y hasta la vecina del 4º de lo publican también en sus tablones. Este es un arma de doble filo para aquellos que sufren desdoblamientos de personalidad 2.0, los que en Twitter dicen barbaridades, en Tuenti son lovely lovely, y en Facebook son gente culta. Esta gente tiene que desactivar todo tipo de sincronización.

Y hablando de armas de doble filo, si el doble check de Whatsapp ya ha causado estragos en muchas parejas, si controlar cuándo fue la última conexión de una persona ya ha provocado más pollos que donde los hacen, agarraos ahora con Apalabrados, me juego lo que sea a que esta mezcla entre juego y chat ya provocado más de una discusión.

Que si “estabas hablando con esa, y eso es que la quieres poner mirando "pa´ Cuenca" (para lo que, por cierto, está la aplicación iCuenca para iPhone, que te la localiza en todo momento)”, que si “a mí no me contestas a los Whatsapp pero la partida que tienes con mi amiga en Apalabrados la sigues instantáneamente”, que si “has puesto CITA y eso es una indirecta porque quieres quedar con esa persona” (sí, de los creadores de la gente que lee los posos del café, ahora llegan los que ven mensajes subliminales en las palabras de Apalabrados),...



¿Y ese por qué te dice HOLA?


En fin, mucha mente débil, mucho friki, mucha red social (para la que seguro que en pocos años los niños ya tienen que llevar 2 nombres en su partida de nacimiento: el normal y el de usuario para estas redes), mucho afán de airear la vida y muy poquito trabajo a la imaginación.

Asique, por favor, igual que esos que desactivan la sincronización de cuentas para que la de comunista no se le solape con la de nazi, es más, con ejemplos de esos de la vida real que dicen que existe, igual que la gente corre la cortina para cambiarse y que no le vean los vecinos, igual que echas la cortinilla de los probadores cuando te pruebas los vestiditos,... igual que haces todo eso, desactiva las pestañas de “Publicar automáticamente”, “Sincronizar todo”, “Sesión pública”, “Volcar datos”, y no nos cuentes tu vida!

Y sí, yo, mientras, os cuento la mía en forma de blog....

martes, 21 de febrero de 2012

Mamá, no quiero salir en la tele


“Mi hija sale en la tele”, qué orgullosas esas madres que pregonaban a los 4 vientos hace años cuando sus hij@s salían en la tele, aunque solo fuese para presentar los informativos de su pueblo. Salir en la tele era un hecho, cuanto menos, novedoso, era de gente importante.

A mí, desde pequeña, me han gustado más los micros que a un tonto una gorra de cuadros. De hecho, ya os he contado que en un estado de enajenación mental me dio por matricularme en periodismo para ser presentadora: “Mamá, quiero salir en la tele”

Qué frase esa… a las madres les debe sonar mejor si les dices que te vas a prostituir o que vas a cruzar el charco y hacerte narcotraficante, y es que es poner la tele y decir: “vuelven a poner Waku Waku??”, por la fauna, digo.

“Te acompaño en el sentimiento”, habría que decirle a esas madres, que cambian el “Mi hija sale en la tele” por “no, no, si yo a esa ni la conozco! Mi hija vende coca en las Barranqillas”, porque ojo la que lio Orwell con darle una idea a Telecirco…

Desde que emitieron el primer Gran Hermano en España, abriendo la veda a la emisión de realities, es rara la persona que no haya pasado ya por la tele. De hecho, yo creo que se les han acabado las personas y van tirando de sucedáneos, lo que explicaría el comportamiento de algunos especímenes que van apareciendo.

Cómo se llenaban la boca diciendo que Gran Hermano era un "experimento sociológico" (si juntamos a toda la directiva de Telecirco, los concursantes de Mujeres y Hombres y Viceversa y a los de Granjero Busca Esposa, entre todos no sacan el significado de esa expresión: “experimento sociológico”). El caso, que con el paso de los años se van llenando la boca, a secas.

Desde aquí pido, por favor, que si de verdad esto es un experimento, de lo que sea, que dejen de mezclar cosas raras, que lo próximo que les sale son zombies (y me juego lo que sea a que les meterían en el próximo Gran Hermano).

Pero Gran Hermano no está solo, Gran Hermano tiene una familia numerosa a la que pertenecen programas como Operación Triunfo, Supervivientes, Granjero Busca Esposa, Confianza Ciega, El Bus, y un larguísimo etcétera que MTV va alimentando cada vez más.

Como si no tuviese uno problemas en su casa, que también hay que aguantar a quinceañeras que han sido madres, niñatos caprichosos llorando como el OpenCor (24 horas), Jonathans y Jenifers que tienen acojonaos a los padres y son los reyes de la casa, perros asalvajados, paletos que no se dan cuenta que las tierras que poseen pueden ser uno de los motivos por los que una rubia despampanante quiere ligar con él, o juicios ficticios. Y es que sí, de todo esto hay programas, y la gente se lo traga todo (sí, como los de MHYV).

Al principio del texto hablaba de las pobres madres, pero es que algunas no son tan pobrecitas… algunas son las liantas que, viendo que les quedan pocos años de vida y las posibilidades de salir en la tele son menores, aprovechan la excusa de los hijos para tener su momento de gloria (o eso, o bien, cuando matan a alguien, salir al portal a decir que el asesino “era muy educado y siempre decía hola”). El caso, madre dominanta, hijo de bajo consumo (vamos, con pocas luces) y productora de televisión frotándose las manos con el juego que van a dar. De esta mezcla explosiva salen programas como ¿Quién quiere casarse con mi hijo? (pues señora, después de esto, NADIE) o Parental Control, de la MTV.

Y es que hasta los realities que parecen más serios tienen su miga, y si no, mirad Pekín Express, que parece hasta cultural, hasta que les da por meter a un tío que se ha cargado a su familia.

Sumado a los realities, están los programas tipo Callejeros o Fiesta Fiesta, en los que haber estado en una fiesta donde había “merengue”, querer meter a la "Sole con el mechero", decir "Pim Pam toma Lacasitos" o "liarla parda", te sirven para convertirse en una “Estrella” (o para estrellarte…). Con la gente que sale en estos programas, lo de traficar con droga, que decía al principio, se perfila como negocio redondo.

En fin, que viendo todo este percal, casi que al final se está mejor en el anonimato… además, dentro de unos años en vez de ir por la calle y decir “Mira! Un famoso!” la gente te señalará y dirá “Mira! Un desconocido!!”.

Contar todo esto para excusarme de lo de seguir con la carrera y tal a lo mejor no es muy convincente, pero lo que sí le puedo decir desde aquí a mis padres es que “Ya no quiero salir en la tele”.

domingo, 5 de febrero de 2012

No quiero príncipes, quiero unos Manolo Blahnik

Hoy, en honor al nombre del blog, voy a hablaros de las diferentes versiones del cuento de la Cenicienta que se han escrito a lo largo de la historia.

Y es que no es oro todo lo que reluce, y aunque Disney consiga vendérnoslo todo tan bonito (Disney es como las madres, para las que todos los chicos jóvenes en edad casadera que quieren encasquetarte son “altos y guapos”), no todo es así.





La historia de Disney se asemeja a la contada por Perrault, en la que al final todos acaban contentos, las hermanas feas se casan con dos colegas del príncipe, bueno, lo que viene siendo apalabrado como los gitanos…

Pero según los Hermanos Grimm, en su colección de cuentos de hadas, hubo sangre en esta historia…

Al parecer, cuando el príncipe fue a casa de Cenicienta a ver de quién era el zapato y salieron las dos hermanastras, la primera se cortó los dedos para que le entrase el zapato, la otra, el talón. A todo esto, una rata voladora (ups, quería decir una paloma) era la que le iba diciendo al príncipe que buscase la sangre en los zapatos. El caso, que cuando dio con la dueña, se fue con ella para casarse y esas cosas “bonitas” y a las otras dos, unas palomas les picaron los ojos y se quedaron ciegas. Muy agradable, como veis.

Más sangre aún en la Cenicienta china, Yeh Shen.

Si la historia de los Hermanos Grimm era estremecedora, al loro con esta: fetichismo, poligamia, explotación, mutilaciones, canibalismo, lapidaciones,…

El padre chinito de Cenicienta estaba casado con varias mujeres. Una se murió y, es lo que tienen estas cosas, tenía otras de repuesto, asique la típica historia de la hija adoptiva a la que la madrastra la tiene puteada…

A esta Cenicienta le hacían llevar unos zapatos muy pequeños para torturarla mientras hacía las tareas del hogar (elemento fetichista para los orientales, los piececitos, que digo yo, que aquí no solemos tener ese fetiche, pero cuando ves unos zapatos en Zara que no queda tu número te plantas uno menos con la misma alegría que si tuvieses ese fetiche).

El caso, que la chica tenía un pez que hablaba con ella y le condecía todo lo que pedía (sí, parece ser que se me ha olvidado comentar que también había drogas en la historia), y la madrastra decidió matarlo y ponérselo para comer a la chiquilla (yo no sé si esto fue por fastidiar, o si es que en épocas de crisis todo vale).

En fin, que pasa todo esto, pasa lo de la fiesta, se pierde el zapato, el otro que viene a traerlo a casa, una de las hermanas que aquí también se mutila los dedos, etcétera etcétera. Y este final ya es de traca, aquí la madrastra y las hermanas malas son encerradas en una cueva y acaban muriendo por una lluvia de piedras. No se especifica si casual o intencionada, que ya me imagino yo a Cenicienta desde arriba un poco a lo Pepe, dando pataditas sin querer a las piedras para que vayan cayendo a la cueva.

En Italia, la Cenicienta es una caprichosa de mucho cuidado y, en vez de hacernos ver que para conseguir las cosas hay que ser buenas, es un poco más realista y consigue lo que quiera siendo una hija de… de madre muerta, claro, que por eso tiene madrastra.

En este caso, la Cenerentola le parte el cuello a la pobre señora (que estaba en trámites de llamar al programa “Hermano Mayor” o “SuperNanny”) y al final consigue lo que quiere.

De todos modos, resulta que la señora no era tan pobre señora, porque maltrataba a Cenicienta, lo que pasa que a esta se le hincharon las narices y decapita a la mujer con una tapa de un baúl.

Como cómplice, la nodriza. Una señora que le decía a Cenicienta: “tú mata a la mala pécora esta y, como tu padre te tiene muy mimada y va a hacer lo que le pidas, le dices luego que se case conmigo, que total, a mí ya me conoces y soy muy buena”.´ Error, ésta y las 6 hermanastras que trajo al mundo, resultaron ser aún peores.

Asique lo de siempre, explotación, extorsión, vámonos de fiesta, me pillo un pedo que pierdo el zapato y ni me entero, me viene un tío a buscar a casa para traérmelo y al final me caso con él y me hago reina.

La Cenicienta egipcia era un poco fresca, también más realista.

Rodophis, como se llama allí, era un pivón en la época y tenía a todos los egipcios locos (por ella, en este caso). De hecho, los amantes que tenía le costeaban el alquiler de la pirámide donde vivía.

Cuando era pequeña, la vendieron a unos señores, y las otras esclavas, como pasa en los pueblos con las guapas, estaban que rabiaban de envidia y le hacían la vida imposible. Como no tenía amigas, sus amigos eran los animalillos del bosque (esto aparece muy bonito en los cuentos, pero es una estampa cuanto menos inquietante, antecesora de lo que hoy viene siendo el bulling y el autismo…).

Aquí la Cenicienta no se fue de fiesta, porque no veo yo a las esclavas en el Antiguo Egipto yendo de sarao, asique, para que el cuento cuadrase, se inventaron que un halcón le robó la sandalia y fue a parar al palacio de un faraón y bueno, lo que ya os sabéis…

Más historias escabrosas (parezco TeleCirco) en la Cenicienta hindú. Hanchi, que así se llamaba ésta, tiene que huir de su casa porque el hermano se la quiere beneficiar.

La madre, también en cola para ser atendida por “Hermano Mayor”, le dice a Hanchi que se vaya de casa y que se ponga una careta de arcilla y así nadie sentirá deseo por ella nuca más. Las palabras de la madre para echar a la hija de casa no tienen precio: “eres tan guapa que no puedes vivir aquí y estar segura, vete, tápate la cara de por vida, y verás que feliz vives”. Cuánta mala leche acumulada, señora… Si el problemático es el hijo, haberle echado a él, y, para colmo, ya que la que abandona la casa es la hija, déjela que esté con quien quiera… También se puede interpretar como una metáfora de: "hija, usa protección" así a nivel de todos los hombres en general.

En fin, que se va con su mascarita a currar en casa del Rey y, un día que se estaba bañando sin la máscara (como cuando yo me quito las pulseras para ducharme) entró el hijo del Rey, vio lo guapa que era y lo típico, bodorrio al canto. Esta versión no tiene ni hermanastras ni zapatos, de hecho, no tiene ningún tipo de ropa cuando el principito se encuentra con la joven, pero bueno, por ahí consta como versión de la Cenicienta.

En Escocia, Rushen Coatie, como se llamaba la Cenicienta, pasaba más hambre que los perros de un ciego.

La madrastra y las hermanastras no le daban de comer (tontas de ellas, que no se daban cuenta de lo delgada y divina que iba a estar la muchacha para el verano). Entonces, la madre que estaba muerta, venía reencarnada en ternero rojo para darle de comer. La nueva novia del padre se entera y mata al ternero, que, al igual que con el pez de la china, no sé yo si era por necesidad o por hacer daño… Yo creo que lo segundo, porque claro, no le das de comer nunca a la pobre chica y hoy le pones un ternero para ella solita.

Sea como sea, ella piensa: “el muerto al hoyo y el vivo al bollo” y se come a la madre ahí en su punto y se queda con un hueso para seguir explotando los poderes de la muerta. Con el hueso, consigue toda la parafernalia para irse de festejos, pierde el zapato, príncipe que va a casa a buscar a la dueña, madrastra que le hace un apaño a la hija mayor cortándole los dedos y el talón,… resultado, Rushen Coatie se convierte en reina.

En Rusia también hay una Cenicienta: Vasilissa.

Aquí, por si los malos tratos de la madrastra no fueran pocos, le añaden una bruja caníbal que, expresión literal, “se comía a los hombres como si fuesen pollos”.

Las hermanastras, en un alarde de lucidez, decidieron mandar a la chica a la cabaña de la bruja esta para pedirle fuego (bueno, dice “algo con lo que alumbrar”, pero fijo que estaban fumando y querían un mechero) a ver si se la comía. Entonces llegó hasta allí, a una casa hecha con restos humanos, y para desgracia de la chica, no fue devorada (y digo desgracia porque para mí lo sería… me explico, yo, en los sueños, cuando me persiguen zombies o cuando me pasa algo malo, me dejo morir, porque así sé que se acaba el sueño y no gasto energías luchando para acabar muriendo igualmente, entonces si yo llego y veo ese percal y no me devoran, lo paso mal).

Lo que decía, no fue devorada porque la bruja se aburría y decidió plantearle unas pruebas por las que, si superaba, le daría el mechero, y en caso de no pasarles, se la comía. Como Cenicienta tenía una muñeca que le ayudaba en todo, consiguió salvarse y volvió a casa. Las otras 2 fliparon al ver que venía (no sé si de disgusto o de emoción porque les traía el fuego…).

Total, que con lo que venía alumbrando era con una calavera de fuego con la que acabaron quemándose la madre y las dos hijas malas. Vasilissa, por buena, se acabó casando con un zar.

Como veis, muchas versiones y mucha sangre… eso sí, con final bonito, eh! O eso se lo creen ellos, vamos, porque si bonito es acabar casado con un príncipe… Que eso también se consigue ahora estudiando periodismo y no hace falta ir perdiendo zapatos, y si no, que nos lo digan a Doña Letizia y a mí, las dos caras de la moneda en cuanto a periodismo y zapatos (y quien no se sepa mi historia, que se la lea aquí )

Pues eso, que ni te casas con un príncipe perdiendo el zapato, ni quiero.

Leyendo todas estas versiones te das cuenta de las patrañas que nos cuenta Disney, cómo disfrazan con princesitas y hadas situaciones de malos tratos por parte de madrastras, incestos, asesinatos, princesas que se drogan y se quedan a dormirla en casa de 7 enanitos desconocidos, niños de madera a los que les pone mentir, niños abandonados que se tienen que construir casas de paja para sobrevivir al temporal (que ahora, con la Ola Siberania… lo llevan claro), violaciones y asaltos a niñas que simplemente le van a llevar la compra a la abuela moribunda, gente con problemas psicológicos y mentalidad infantil que se niegan a crecer,…

No obstante, a pesar de este disfraz de la realidad, me consta que Disney se adapta a los nuevos tiempos y va modificando los diálogos de sus películas, mantienen la misma imagen, pero lo doblan de diferente manera. Supongo que será para situaciones como que, cuando el príncipe vaya a hablar, las princesitas Disney puedan decir: “déjame hablar a mí”, o para que, cuando Blancanieves te despierte rodeada de enanos, éstos le puedan preguntar: “cuánto estramonio tomaste anoche??”, o para que cuando encuentren a la Bella Durmiente en aquel castillo desmayada por el pinchazo de la aguja digan: “pero qué tipo de taller ilegal es este?? Esta mujer no es china!”. Un detallazo por parte de Disney, que se adapta a los nuevos tiempos (no como las madres del principio, que ven “altos y guapos” a todos los “mozos”, éstas se han quedado ancladas en los gustos de “Amar en tiempos revueltos”).


Tras Disney, viene Hollywood, el Disney de los mayores. Cuánto daño ha hecho Hollywood haciéndonos creer que por estudiar periodismo íbamos a trabajar en una redacción como la de "El Diablo viste de Prada", o por hacernos creer que te vas a montar en un taxi y le vas a decir al taxista "tengo que llegar a este sitio en 2 minutos, que se va el hombre de mi vida!!" te va atravesar Nueva York para llegar in extremis (aquí el taxista te intentaría hacer el lío y en lo que te cuenta su vida y en lo que te lleva por el camino más largo, dalo por imposible),...

Y antes de todo esto está la realidad.

La realidad donde las Cenicientas de hoy en día no hacen ni el huevo en casa, se llevan de lujo con la madre o madrastra, el hada mágica se llama “papá, necesito un vestido, unos zapatos, dinero y un coche, que la carroza de calabaza se me ha quedado obsoleta para ir a la Goa”, lo de las 12 en casa se interpreta como las 12 del mediodía, lo de perder el zapato se llama “llevo unos de repuesto en el bolso porque el tacón que llevo es insoportable para más de 15 minutos, asique hago el paripé de salir divina y a medida que pasa la noche me voy quitando las mejoras”, en caso de perderlo no va a ir el Jonathan de turno que lo encuentre a llevarlo a tu casa, en caso de que vaya, tus padres verán las pintas y ni le abrirán, te enviará un "whatsapp" para decirte que tiene tu zapato, que lo perdiste cuando saliste corriendo porque llegabas tarde, le dirás que no tienes hora y que no llegabas tarde, que corrías porque estabas intentando darle esquinazo por pesado, y tú lo que tendrás será una resaca del copón y una semana más por delante en la que ganarte la vida esperando a que llegue tu príncipe particular, que dista mucho de los de los cuentos, como decía antes, por suerte.

Asique, chicas, agarrarse bien los zapatos, que están muy caros, no vaya a ser que algún pringaó los encuentre y se os plante en casa a llevároslo y os pase alguna desgracia, que entonces ahí estará Disney para verle el lado bueno y haceros un cuento.

miércoles, 18 de enero de 2012

Un Secador en la Maleta: "Berlín"

Siguiendo la serie de aventuras en viajes que me he montado, esta vez aterrizamos en Berlín

De milagro, porque ya anunciaba una servidora esa mañana de Diciembre que la maldita niebla nos la iba a jugar. Si llegamos a hacer como Alaska, que se mete un chute de lo que se meta para dormirse durante los vuelos, podríamos haber despertado al cabo de las 3 horas y pico que dura el vuelo Madrid-Berlín y la situación hubiese sido la misma que la del principio. Menos mal que las Navidades vienen cargadas de productos típicos y la gente lleva turrón hasta en los aviones, eso sí, tras acabar con todas las reservas de bocadillos que Vueling puede llevar en un avión.

Después de aguantar 3 horas las idas y venidas del piloto, que para hacerle el lío a nuestra mente planteaba rompecabezas como “la hora estimada de despegue es dentro de una hora”, al cabo de 30 minutos “ha aumentado la demora, 1 hora más”, a los 20 minutos “vamos a despegar 15 minutos antes de lo previsto”,… entonces, como si de un problema de matemáticas se tratara, en el que un pastor tiene 15 vacas, vende 5, compra 8, mueren 4 y al final al hombre le toca la lotería y se retira. Pues eso, que como si de un problema de estos se tratase, ves que te han tenido liada 3 horas.

Entonces se da el milagro, y aquello anda… anda, anda, anda… vamos, que yo llegué a pensar que estábamos yendo por carretera, lo cual me daba hasta más seguridad. Pero no, despegamos, nos tomamos el colacao y a dormir. Otras 3 horas, las mismas de parón, estamos en el aire manteniendo el tipo mientras te quedas dormida con la boca abierta y das cabezazos, la cosa más sexy del mundo, vamos, que yo no entiendo cuando dicen con toque picarón: “uooo, no te quedes dormida, a ver si te van a hacer algo… ;D”, a ver, alguien se ha fijado en la imagen lamentable que damos cuando nos quedamos sobados en los transportes públicos…? Pues eso, no necesita más explicación.

Y por fin llegamos a Berlín, a algún punto de Berlín… y es que, por si la niebla no nos había jodido ya lo suficiente, tenía que dar la traca final y hacer que nos soltasen en un aeropuerto aleatorio. Menos mal que somos chicas de recursos, aventureras natas, unas luchadoras de la vida,… y cogimos un taxi, cual Preysler. Aunque para Preysler el caniche gruñón reencarnado en señora que esperaba la cola por el lado contrario (la del taxi, ojo) y que, para no olvidar esta nuestra tierra, para demostrar que el vuelo llegaba cargado de españoles, nos gritaba a las 3 de la mañana como cuando llegas borracho a casa y está tu madre levantada con el camisón y los ojos pegados. Dicha elementa, la señora, nos gritaba que nos estábamos intentando colar.

Qué problema hay en España con las colas, es ver una cola y ya la estamos liando (explicación del triunfo de Lequio o Dinio, entre otros). Fuese cual fuese la razón de esta señora, no nos intentamos colar, nos colamos, sin intento.

Tras dejar atrás a las de la López Ibor, nos montamos en el taxi que nos iba a dejar en nuestro maravilloso hotel cuya estampa de bienvenida fue lo que parecía una célula terrorista de árabe-coreanos que jugaban a las cartas en una mesa de la recepción. Ahí es cuando recuerdas lo de que las estrellas de los hoteles son muy relativas. Pero bueno, era solo un elemento más para la noche que nos había salido torcida, el hotel finalmente resultó ser aceptable.


East Side Gallery y su metáfora sobre cómo llegamos... destruídas, pero llegamos...

Y superada esta prueba, la llegada, cuatro días de frío, caminatas, cervezas y salchichas que nos os voy a contar con detalle, que eso es para los abonados. Eso sí, unos consejitos por si os da por encaramaros a un avión para acabar en esta ciudad:

-    No contentos con la experiencia histórica, parece ser que esta gente tiene afición por el gas. Ojo al comprar agua porque parece ser que si aquí tenemos excedente de champú de caballo (y para el que no lo pille, que se lea mi entrada anterior), allí aún les sobra gas y lo meten en el agua.

-    No revelar nunca tu ubicación, y menos si te llaman de tu banco y te encuentras en mitad de un campo de concentración. Decir: "es que me pillas en un campo de concentración" fuera de contexto no tiene mucho sentido y además, con eso no vas a conseguir que te bajen las comisiones…

-    Si el perro de Heidi, es decir, la niebla, te ha intentado boicotear el viaje, es normal que luego tengas traumas. Te acostumbras a que los transportes no salen a su debido momento y claro, te montas en el cercanías y cuando te estás quejando de que ponía que en 3 minutos salía, resulta que ya te están diciendo que has llegado al destino.

-    Si vais en Navidad y veis una plataforma gigante llena de luces, girando, con camellos, gente que lleva oro y, dicen, incienso, uno descamisaó con los pelos largos en lo alto,… no es un garito, son los belenes giratorios que parecen ser típicos de la zona. De todos modos, si hay un elemento clave por el que te darás cuenta de que eso no es un garito, es que hay una virgen, ese personaje histórico que terminará desapareciendo, como los dinosaurios, ya que ver una es cada vez más un hecho insólito.

-    Si no vas a Berlín porque crees que sólo hay cervezas, salchichas gigantes y rubios tamaño 4x4 (que digo yo: “vaya problema…”), y optas por la modalidad de vuelo Ida/Vuelta Todo en 1 de Vueling (modalidad: te montas durante 3 horas, te bajas y sigues en Madrid), no sabes lo que haces.

Y cuando ya te vas soltando con el alemán (y con el idioma también), toca volver. Consejo de última hora, hay una ley, creo que se llama la Ley Chenoa, que dice que, si algo puede salir mal, saldrá mal. Si llevas 4 días de gloria en Berlín, te manejas los transportes cual autóctona, te ha dado tiempo a ver de todo y hasta te permites el lujo de encajar planes de última hora momentos antes de coger el avión,… agárrate, algo falla.

Efectivamente, con tanta coordinación y tanto plan perfectamente encajado (como la espada del Rey Arturo y otras cosas) hasta has acojonado a los alemanes, y deciden joderte el metro y comentártelo en alemán. Menos mal que siempre te quedará la táctica del taxi, que consiste en coger uno.


East Side Gallery, yo creo que esta pintura tiene algo que ver con los españoles y las colas...

 Ahora sí, en el aeropuerto, vuelta a la realidad. Vuelven las colas, vuelven los problemas. Señoras disfrazadas de gente educada por aquello de llevar un visón que te hacen adelantamientos por la derecha en un carril de aceleración improvisado, listillas que creen que no te saltas las normas porque no sabes, no porque seas civilizado, y demás especímenes poco acostumbrados a las colas (normal, con esas caras…).

Menos mal que no nos podíamos ir con mal sabor de boca y aun nos quedaba pasar el control, donde te desnudas (bueno, va, sólo te quitas las botas, pero con ganas te quedas de quitarte más al ver individuos como el que vengo a describir), y está ese alemán de los que impactan (de momento, a primera vista, no sé qué más impactos podía hacer, porque sólo era un control). Tú pasas, dejas ahí tus cosas, te mira, le miras, te mira, le miras,… piiii piiii piiii, y ahí tienes a tus amigas pitando por el arco de seguridad, con sus pertenencias amontonándose en la cinta andadora mientras les registran y tu te dedicas a otros menesteres.

El caso, que como los muertos, que vuelven a la vida cuando tienen asuntos pendientes, va a ser que hay que volver a Berlín…

Y, aunque no tenga nada que ver con el idioma, como diría David El Gnomo (expresión que yo estoy convencida que significa “que se te caen las bragas” > Slip Bye) Slitz Bye!!

sábado, 14 de enero de 2012

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jueves, 12 de enero de 2012

La dieta de la felicidad

Transcurridos apenas 10 días de enero, un gran porcentaje de la población española ya está haciendo mal las cosas. Efectivamente, vuelvo a no hablar de política, hablo de vosotros, de la gente normal que curra para ganarse los euros, de la gente normal que dice odiar las Navidades, de la gente normal que luego se pasa el mes de diciembre celebrando que Jesús nació… o fue cuando se murió…? Bueno, celebrando que nos vamos a poner como el kiko a base de cochinillos y cucarachas de mar, que nos van a traer cosas los Reyes (que cuando nos enteramos que nuestro novio nos engañaba bien que le dejamos, pero te pasas los primeros años de tu vida pensando que los Reyes existen y cuando te enteras de la verdad no he visto yo a nadie que se pille tal cabreo como para decir: “no me regales más, estoy muy dolida!”). En fin, que sí, que somos gente normal y lo seguiremos siendo mientras la sigamos cagando nada más empezar el año.

Le daré una tregua a lo del fin del mundo, no vaya a ser que sea una falsa alarma a lo teléfono escacharraó, y en realidad no sea que los Mayas hayan anunciado el fin del mundo sino que “las payas hayan anunciado el fin del hurto”, y supondré que vamos a tener unos cuantos eneros más en los que poner en práctica mis consejos.

La idea de que lo hacemos mal es muy sencilla, y es que no han terminado de salir los Reyes Magos del portal cuando ya estamos planeando la lista de propósitos que empezamos “mañana mismo” y que, con tanta ilusión que los planeamos, no nos estamos dando cuenta que van a ser la maldita causa de todos nuestros males y frustraciones a lo largo del año.




Empezamos el año con la frase más absurda que se ha creado en la vida: “Año Nuevo, Vida Nueva” (que yo sepa, la vida es la que llevamos acumulando algunas 25 años, otros 30, otros 13,… y no nos la recargan cada 1 de enero… al revés, nos la van desgastando).

Como cuando sales de fiesta con muchas ganas, que luego pasas una noche de mierda, esto es igual. Empiezas el año con todas tus ganas de dejar de fumar, de ahorrar, de ponerte pivonazo, de terminar la carrera (esto a la gente normal le suele pasar durante un enero de su vida, a otras se nos repite como si fuese un dejavú constante), o, para los más atrevidos, echarse novia y otras formas de suicidio.

De momento, el día 1 estás borracho y comiendo churros a las 11 de la mañana, la dieta y el abandono de otros vicios tendrán que esperar. Es festivo, por lo que no te puedes ir a apuntar al gimnasio, ejercicio físico, a la espera también.

El día 2 vas recuperando la cordura y ejerces la dieta a base de la resaca que tienes que no puedes ni comer, es decir, dieta forzosa.  El 3 ya te ves fuerte y a la que vuelves de comprar los regalos de Reyes, te apuntas al gimnasio, te acaban de hacer la envolvente y has pagado una cuota anual de la cual no vas a amortizar ni la toalla que te han regalado. Muy bien, vas por el buen camino de la belleza, pero has olvidado algo… lo de ahorrar. Caes en ese error, y es tal la culpabilidad que te hinchas a comer… a día 3 y ya estás hundido en la miseria.

El día 4 comienzas otra vez tus propósitos: “venga, hoy sí que sí, empiezo” Y efectivamente, no gastas, porque no te queda ni un euro, y no comes, porque tienes indigestión del día anterior.

Los días 5 (los de la rima muy bien, muy hábiles) y 6 abandonas la dieta porque hay que comerse el roscón, que es tradición… claro, también es tradición que si te encuentras el haba que viene dentro, pagues, y yo no veo pagar a nadie. Otra muestra de lo malquedas que somos y lo que nos gusta prometer cosas que no vamos a hacer.

El caso, que llegamos al día 7, el día 7 va a ser el nuevo día 1 de enero. Este es el verdadero origen del universo, quitamos la decoración de burdel que tenemos en las casas (a nivel de poblaciones la cosa va más lenta, que vas en marzo por la calle y no sabes si es que te han puesto una “sauna” nueva en el barrio o es que son resquicios de la luces de Navidad), los que han tenido vacaciones de Navidad, se afeitan, se visten de persona seria sin esos gorros que se ha aficionado a llevar ahora la gente con la simple excusa de que es Navidad,…En resumen, comienza la vida de verdad, y te pones serio con el listado.

Lo que no sabe ese listado (tú sí, porque todos los años lo haces) es que 15 días más tarde va a ser abandonado, para volver a ser rescatado un año más tarde. Al final, entre los cumpleaños; la Semana Santa; los puentes; el salir; las vacaciones; las multas que te llegan porque tú, que no sueltas el coche ni para sacar al perro (hecho verídico, en mi barrio hay uno que saca al perro en moto), has interpretado que lo de salir a correr era con el coche; las cañas; las tapitas del bar;… entre todo eso, ni pierdes kilos, ni ganas dinero ni te conviertes en esa persona imaginaria que alberga en tu mente.

Y es que al fin y al cabo, ¿qué son los propósitos? Lo que nos gustaría ser en realidad, y nos la sopla por completo que sean cosas realistas o no. Nos da igual tener la experiencia de no sé cuántos años anteriores. Nos da igual que tengamos 30 años y ya no vayamos a crecer más porque el crecimiento se te ha detenido casi una década atrás, nosotros queremos ser más altos, más guapos (y para eso, un secreto, no hace falta esperar al 1 de enero, te vas a la Clínica Menorca cuando te plazca y te hacen un apaño) y más listos. Y como no lo conseguimos, porque sabemos que nunca hemos tenido fuerza de voluntad ni tiempo para ir al gimnasio, que no nos vamos a resistir a comernos la tarta de tres chocolates que hace nuestra madre, que no vamos a dejar de fumar porque otro de los propósitos era ser mejor persona y el mono te pone de mala leche,… pues nos frustramos, y pasamos el resto de año lamentándonos por ello.

Entonces, propongo yo lo siguiente: ¿por qué no hacemos como el rey que aparece en el libro de “El Principito” y nos proponemos cosas razonables? Y es que, si le pedimos al Sol que se apague y no lo hace, ¿de quién es la culpa? ¿Del Sol, por desobediente? No, nuestra, por pedir cosas imposibles.



Que lo de “seamos realistas, pidamos lo imposible”, está muy bien para una revolución. Que como dicen Maldita Nerea “los imposibles también existen”. Adidas, con su “Impossible is nothing”. Pero señores… para una cosa que nos proponemos de verdad como aliciente para la vida, no le pidamos peras al olmo.

Y una vez que tengamos esos propósitos razonables delimitados, ¿por qué no los incorporamos a nuestra vida cotidiana? En vez de intentar ser mejor persona a partir del 1 de enero, actúa como tal todo el año; en vez de proponerte hacer deporte para la operación bikini, prácticalo todo el año; en vez de agobiarte por el dinero en enero, ahorra todo el año; en vez de intentar abandonar los vicios tras la Navidad, no lo hagas durante el año;... y hasta aquí, porque también hay que vivir.

De todos modos, no te sientas mal si has caído en este error de los imposibles, las estadísticas demuestran que no estás solo. En estos datos se muestra  que en enero cae la venta de tabaco, aumentan las altas en los gimnasios, aumenta el número de divorcios, las consultas de los endocrinos se llenan,…

Y es que al final esto es un bucle, los propósitos nos hunden a mitad de año, pero en diciembre resurgimos como el Ave Fénix y la ilusión con la que vuelves a decir las mismas tonterías que hace un año provocan sobre los propósitos ese efecto que dicen los del Atletico de Madrid, que “te matan, te dan la vida”.

Y sobre todo, no olvidéis que, si hay un propósito que está al alcance de vuestras posibilidades, ese es leerme!!

martes, 3 de enero de 2012

Los cafés que no nos dimos


Si hay algún negocio que para nada debe haber notado el asunto de la crisis, es más, se debe estar beneficiando, es el bar en el que la gente queda para tomarse los cafés de “a ver si nos tomamos un café”.

¿Quién no tiene una lista de cafés pendientes? Cuando nos vamos de un trabajo, cuando nos encontramos con gente a la que no vemos hace tiempo, cuando nos cruzamos por las escaleras con la vecina del primero con la que solías mantener una amistad,… cuando hay encuentros, en general, tenemos la manía de decir: “nos llamamos y nos tomamos algo”, ¿por qué mentimos? Si queremos tomarnos algo, nos llamamos y nos tomamos algo, no hacemos la solicitud previa y publicación en el BOE.

Decía que ese bar de “a ver si nos tomamos un café” (ojo, que no “haber si nos tomamos un café”, que ya llevo varias entradas haciendo campaña contra esta patada lingüística), pues eso, que decía que se ve beneficiado porque en épocas de crisis la gente es despedida, por lo que tiene que dejar atrás a los compañeros de trabajo, y esto se retroalimenta en que, como están aburridos en sus casas, deciden proponer “cafeses” a diestro y siniestro, que alguno colará.

El café… ese elemento de unión entra las personas, que a mí me pone tan de los nervios (el café, no la unión entre personas, de hecho me parece muy bien la unión entre personas), esa excusa para quedar con alguien o intentar retomar una relación, incluso para comenzarla. El café, con tantas modalidades, cada una con personalidad propia, como dice Clooney (a este pronto le íbamos a rechazar un café… ya, ya…).

Precisamente podríamos clasificar a las personas que proponen cafés al igual que las variedades que existen de estos:

-          Irlandés, que lleva alcohol. Típica persona que te encuentras en estado ebrio y te demuestra la ya conocida “exaltación de la amistad”, que no tienes, y te propone uno de esos cafés.

-          Solo, pues eso, que está más solo que la una. Y que al igual que cuando la gente se entera que no tienes novio resulta que tus fotos del Facebook son las más chulas de la red, en un afán de modificar el “Me Gusta” por “Me Gustas”, pues lo que digo, que al igual que hacen esto, los personajes solitarios proponen cafés.

-          Con leche, probablemente, también esté solo… mejor no pensarlo.

-          Bombón, con ese sí quedas, eh…

-          Descafeinado, esta gente que no te aporta nada, que de verdad tiene ganas de quedar, o no, qué sabemos, pero que ni fu ni fa.

-          Cortado, que en un momento de euforia te propone un café pero cuando quieres materializarlo se echa para atrás por el miedo escénico.

-          Tostado, esa gente que no se entera de nada, y para salir del paso de su torrija van proponiendo cafés.

Ese bar del que os hablaba al principio ya se forra cuando la gente dice “hablamos para tomarnos una copa” y hasta da cenas. Todas estas intenciones son de los creadores de “A ver si te llamo” y “A ver si nos vemos”. Por favor, compañías telefónicas imaginarias y gafas sin cristal para todos.

El caso es que al igual que dicen eso de “de cobardes están llenos los cementerios”, digo yo que de valientes están llenos los bares de verdad, de esa gente que materializa la intención de quedar y no deja cafés en el limbo, que debe parecer eso un Starbucks. El Starbucks, por cierto, es de gente valiente, solo hay que hacer una comprobación un domingo por la tarde, sea la hora que sea, queda con tus amigos e intenta buscar un hueco en esta cadena de cafeterías, recorre varios kilómetros a la redonda y barre la zona de Madrid centro, no hay más que valientes.

Asique, con esto quiero deciros que os dejéis de tonterías, que dejéis descansar a la cafetería de “Las Intenciones”, como podría llamarse, que si de verdad queréis quedar con alguien lo hagáis, y que si es un decir no lo digáis, que ya está muy visto, y que los cafés imaginarios ni alimentan ni quitan el sueño a nadie. 

Y para terminar, un mensaje para George... Clooney, a ver si nos tomamos... unas confianzas.