sábado, 12 de noviembre de 2011

Renovarse o morir


Y haciendo un remix de entradas anteriores, me encuentro volviendo a Madrid en aquel tren “maravilloso” por el que un día daba las gracias a Renfe, tras haber pasado unos días de estancia vacacional en mi casa casa, reposando tras haber abandonado El Corte Inglés. (Ahora que digo El Corte Inglés, mi última entrada anunciaba mi marcha y, una semana después de haberla materializado, puedo decir que menudos compañeros dejo… Han puesto el listón muy alto para mis futuros compañeros de futuros trabajos…)

En fin, volviendo a las cosas serias, que con esto me enternezco y se me ve el plumero, decía que vuelvo de las casas.

A razón de esto, me vienen a la mente frases típicas como: “Vuelve a casa por Navidad” (sí, falta mucho, pero que se lo digan también a los del Carrefur, que ya tienen los árboles de Navidad enganchados a las farolas y los cajones de polvorones al granel a rebosar), o aquello que dicen los de Casa Tarradellas, algo así como que las cosas buenas nunca deberían cambiar… Y es aquí cuando surge mi nueva idea para el blog, y es que, señores, hay muchas cosas que deberían cambiar…

Lo suyo es que mi inquietud periodística, las fechas en las que nos encontramos y el ambiente de descontento que existe en el país, me llevasen a escribir una entrada sobre cambios en temas políticos, económicos, blablabla… Pues no, no me refiero a estos cambios, me refiero a esas cosas taaannn típicas que hacemos o decimos, y sobre las que nos deberíamos renovar un poquito.

Y es que…

¿Por qué cuando una señora va a El Corte Inglés y le dicen que firme en la pantallita tiene que decir: “ays, aquí se me da fatal”? Señora, primero, que el vendedor (que probablemente, para seguir con el ambiente de colegueo, le responderá: “no pasa nada, se lo van a cobrar igual”), pues eso, que el vendedor no tiene ninguna necesidad de entablar conversación con usted, no invente cosas para mantenerla! Y segundo, otra vez, no invente cosas, si se firma igual!

¿Por qué cuando vas con tu novio en el coche y éste se empeña en seguir las instrucciones del GPS, que os lleva por un camino de cabras, siempre nos da por sugerirle que pregunte a alguien que pasa por allí? Habría que experimentar qué pasaría si no dijésemos nada… Yo creo que llegaría un momento en el que caerían por su propio peso, y eso tiene que ser más duro aún para ellos, porque si la idea es tuya al final lo hacen dando a entender que es porque tú quieres que pregunte, pero eso de tener que bajarse los pantalones y decir: “vamos a preguntar” debe ser… tema de estudio. Eso sí, si alguien decide llevar a cabo este experimento, abastecerse de víveres para las horas que se pueda llegar a pasar en el coche. Llevar abundante agua (que probablemente tendrás que administrar al sujeto conductor cada vez que lo solicite, quitándole el tapón previamente, y encajándole la botella en la mano). De todos modos, no creo que el experimento se alargase mucho, el orgullo puede dar para rato, pero la ventosa del GPS no, y las continuas caídas de éste pueden acelerar la rendición.

¿Por qué cuando dices “a mí me tocó un coche” sieeempre te tienen que contestar “ah, esas cosas tocan?”? Nos creemos lo del Ratoncito Pérez, lo de los Reyes Magos, lo de la política y hasta lo de que si te arrancas una cana te salen siete más… y no nos creemos que los coches tocan en sorteos…

¿Por qué cuando dices “a mí me tocó una ThermoMix” contestan lo mismo que con los coches? Sigue siendo más factible esto que lo de que un Ratón venga por la noche a robarte los dientes… o eso espero!

¿Por qué cuando dices “a mí me enviaron gratis unos auriculares de 250 euros” la gente ya te mira mal? Porque antes ya has contado las dos preguntas anteriores.

¿Por qué cuando alguien nos dice que nos ve muy guapos nos hacemos los modestos y decimos que no? Como si no te hubieses dado cuenta de que estás estupendo! No sólo te has dado cuenta, sino que lo has provocado tú durante las cuatro horas que llevas arreglándote, entonces, no te hagas el sorprendido… Lo suyo en estos casos sería poder decir: “ya lo sé”.

¿Por qué, cuando trabajas en una tienda, siempre que te va a visitar algún conocido, se te acerca sin que le veas y dice, simulando ser un cliente: “perdone…!”? Entonces tú ya te giras con cara de “a ver qué quiere este gilipollas ahora…” para descubrir que es tu conocido. Junto a este fenómeno, se puede dar otro, y es que si, además de trabajar en una tienda, trabajas en el departamento de tallas grandes es igual de probable que tu visita te haga la gracia del cliente como que tú le enseñes las prendas de tallas más grandes que tengas en la tienda. Esto hay quien lo sustituye por lo equivalente en precios, es decir, sacas las prendas más caras que tengas, como si fuese a colar que por venderlas tuvieses el mismo poder adquisitivo que el que las compra.

¿Por qué cuándo nos subimos a un escenario lo primero que decimos es que estamos muy nerviosos o que nos da mucha vergüenza? Por decir, está claro, porque si fuese verdad no estarías ahí arriba diciéndolo. De todos modos, para más información, véase mi monólogo sobre los miedos a la hora de subirse a un escenario… ( http://www.youtube.com/user/larrydruckmaster#p/a/u/0/RMJTb3SKPDQ )

¿Por qué cuando llevas mucho tiempo sin ir a casa y te ven las vecinas te dicen “te vas a hacer madrileña”? No señoras, a no ser que volviese atrás 25 años y me diesen a luz en Madrid, es imposible.

¿Por qué nos metemos en la cama cuando nos pintamos las uñas? Porque o nos las jodemos con las sábanas o con cualquier otra cosa, asique lo más cómodo es la cama.

¿Por qué lo llamamos ilusión cuando queremos decir “ansia viva”? O envidia… eso es la Lotería de Navidad. La compramos básicamente por si toca en nuestro entorno, que no nos perdonaríamos estar en casa el 22 de diciembre mientras los demás descorchan botellas de champán.

¿Por qué si el tren va por buen camino para llegar bien de hora, se para a 500 metros de Atocha? Pues porque tiene una reputación que no puede perder, si la gente se entera que va llegando a su hora incluso podrían verlo como algo normal.

¿Por qué tiene que ser todo como el anuncio del Scirocco… siempre lo mismo? Porque hasta que no se vaya depurando la remesa de clientes de El Corte Inglés y todos sepan firmar en pantallas siempre dirán lo mismo, porque hasta que no inventen una ventosa todopoderosa para el GPS no tendremos los medios suficientes para vagar por las carreteras de España sin tener que parar a preguntar, porque somos unos incrédulos y unos pesimistas que seguiremos pensando que “esas cosas no tocan”, porque cuando estás 8 horas metido entre camisas y sadopes pierdes la capacidad del reconocimiento de voz sobre tus conocidos, porque en mi DNI va a seguir poniendo que nací en Plasencia, porque seguiremos ansiándonos a la hora de pintarnos las uñas y comprar lotería y porque este maldito tren nunca va a llegar a su hora.

Y con tanta pregunta… he llegado a mi destino. Asique simplemente os diré que, haciendo caso omiso a Casa Tarradellas, hay que renovarse o morir… Y para ello esta nueva entrada, que si no se me muere el blog.

1 comentario:

  1. jajajajajaj Que razon tienes cuando dices lo de las uñas!! Yo tambien me las pinto y me meto en la cama... asi pasa ke al dia siguiente parcen de tanoski jajajaja

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