Nos encontramos en una época en la que estamos empezando a decidir nuestros turnos de vacaciones en los trabajos. Inspirada en esto y en el hallazgo de un carpeta perdida en mi ordenador, cuyo contenido son unos vídeos de contenido variado, he decidido elaborar una lista de normas o consejos que pueden mejorar nuestra estancia en el lugar elegido.
Como elementos de análisis para extrapolar los datos (vocablos aprendidos del profesor Gaitán Moya), he usado dos viajes que realicé en 2009: Ibiza y Huelva. Los sujetos que me acompañaban, respectivamente, Álex, y mi hermana, Virginia.
Procedo:
1.- Horarios de llegada: qué pasa cuando te metes en atrápalo y te ponen unos precios baratísimos? Que te sueltan un jueves a la 1 de la madrugada en el aeropuerto de Ibiza, coges un autobús que parece que nunca llega a su destino y que, cuando crees que consigues alojarte, te derivan a otro sitio, acabando a las 3 de la mañana en una zona guiri total comprando galletas y embutido para cenar.
2.- Alojamiento: nos encontramos ante el mismo inconveniente que con los transportes, si es demasiado barato… mosquéate. Cuando sucede esto pueden pasar dos cosas: que te metas en un Eurostar muy curiosito, con todas las estrellas en su sitio, pero que tenga toda la calle cortada por obras y sea misión imposible soltar el coche en un sitio aceptable sin antes haberle dado un golpe echando marcha atrás; o que acabes en el Hostal Escaló (para los que lo conozcan, no hace falta más explicación).
3.- Si, a pesar de mi consejo, acabas en el Hostal Escaló: primero habrás pasado por algún otro hostal de la misma cadena (por ejemplo, Hostal Torres), en el que no haya sitio, por lo que te hayan derivado al Escaló. Situado donde -Cristo perdió el mechero durante la última fiesta que se pegó en Ibiza.
- Empleados: muy guiris y borrachos.
- Clientela: aún más guiri y borracha que los empleados.
- Servicios: libre albedrío en la apertura de puertas, duplicidad de números de habitación (por lo que existe una puerta interior que comunica las dos habitaciones con el mismo número), limpieza a deshoras (equipo de limpieza al mando de Katalinen), bichitos en los rincones, enchufes al lado del interruptor cercano a la cama (para posibles crisis, podrías elegir entre hacer balconing o equivocarte al dar la luz y morir dignamente), cocina totalmente equipada,…
- No olvides llevar: camisetas viejas para usar como funda de almohada, para asegurarse un sitio donde apoyar la piel, y envolturas de plástico para forrar la habitación y poder hacer uso de ella.
4.- Comer: en ambos viajes me di cuenta del juego que da el pan Bimbo y los paquetes de fiambre. Combinado con unas lonchas de queso puedes elaborar auténticos manjares playeros o un picnic de vuelta a casa que acabarás comiendo en un descampado mientras grabas en vídeo tipo Callejeros. Importante, no dañar la envoltura de los alimentos, puede ser muy útil para no tocar por nada del mundo el mobiliario del Escaló.
5.- Desplazamientos: corroborar la cercanía del alojamiento a los lugares de interés y facilidad de moverse en transporte público. Cuando para coger un autobús lleno de guiris borrachas que debería dejarte en el lugar de festejos, tardas 40 minutos, en vez de en Pachá acabas pa´choped…
6.- Si en un desplazamiento se te rompe una chancla, puedes solucionar temporalmente el problema usando una goma del pelo.
7.- Si tu mayor ilusión es ver a Guetta y a Carl Cox, no vayas de jueves a domingo. El primero te pilla aclimatándote el jueves en el Escaló y el otro va los martes.
8.- No ir malito a los sitios, porque ni te comes los manjares de pan Bimbo a gusto ni te saben bien las CocaColas de 12 euros de Amnesia.
9.- Unido a no ir malito, aconsejo no ir en días festivos. Huelva, lunes 3 de agosto, consigues aparcar el coche, te diriges andando al hotel, ves una calle llamada “Calle del Tres de Agosto”, prosigues tu camino, te das cuenta de que necesitas Tampax, Carrefour cerrado, droguería cerrada, farmacia cerrada… Y caes en que si hay una calle llamada “Tres de Agosto” y es 3 de agosto… será que es festivo! Efectivamente, las fiestas Colombinas de Huelva.
10.- Retomando los horarios, esta vez de vuelta… Atrápalo jugándonosla de nuevo… Abandonas el Escaló lo más temprano posible, como alma que huye del diablo, paseas las maletas por todo San Antonio, te vas a Ibiza abandonando las maletas en una consigna regentada por una señora parecida a las de los anuncios de Malibú (te despides de las maletas, por si no las vuelves a ver), comes y haces el intento de hacer turismo. Turismo, en Ibiza, en agosto, a las 5 de la tarde…? muerte de mi cámara de fotos, grabamos un último vídeo y también muere la batería de mi móvil. A falta de 7 horas para que salga el avión, puedes comer unas pizzas, ver los mercadillos o, lo que hubiese sido una gran opción, irte a BoraBora a calmar la espera.
11.- Y sobre todo, el consejo más importante, ir con buena COMPAÑIA que haga olvidar todas las desventuras que pasen durante tu viaje y con las que echarte unas risas cuando lo recuerdes.
Un blog para dar cabida a mis peculiares historias y lo que se vaya viendo
miércoles, 16 de febrero de 2011
miércoles, 2 de febrero de 2011
Ya no es lo que era...
Añado una entrada nueva para anunciar que hoy es un gran día para mi futuro. No, no he terminado (por fin) la carrera; no me ha salido un trabajo decente (decente para esa gente que afirma muy dignamente: "no he estudiado para ser dependienta"... ni yo, bonita, pero por aquello de ir ganándose la vida); ni me he comprado un piso ni nada de eso. El hecho que me lleva hoy a la escritura es que me han dado la tarjeta de compra de El Corte Inglés!
A partir de hoy, comienza a gestarse un mí una "Señora" en toda regla. Hay muchas señoras, y más ahora que Facebook ha dado rienda suelta a la definición de múltiples tipos de señoras (de hecho, estoy segura que la que voy a narrar a continuación ya está descrita en algún grupo de esos). Decía, hay muchos tipos de señoras, pero la señora que posee la tarjeta de cmpra de El Corte Inglés es un ser superior, o al menos eso se creen ellas. Son seres que se creen con una preferencia especial por llevar 50 años con el trocito de plástico blanco y verde (sería muy recomendable actualizar también su formato, al igual que el de los clientes), y quieren que por ello les trates como si fueran VIP, o usan ese argumento para amenazarte cuando les llevas la contraria en algo: "que yo soy clienta de toda la vida, me vas a decir ahora que los arreglos se cobran?" Sí, señora, aunque usted no lo haga, el mundo evoluciona. Qué categoria da la dichosa tarjeta; yo tengo la de Mango o la Affinity y ya puedo ir al Zara diciendo que tengo la tarjeta, que me van a seguir diciendo: "lo que hay fuera" cuando les pida la talla de algo.
Por otro lado están los maridos de las señoras que poseen la tarjeta de compra de ECI, seres peculiares también. Ellos suelen hacer más hincapié en que son los primeros que tuvieron la tarjeta.Si se juntasen todos los que dicen eso, habría una disputa por saber quién fue realmente el primero, que, por edad, podría ser cualquiera. Podrían haber conocido, incluso, la tarjeta de los mercados de Trajano donde se comerciaba en la Roma Imperial.
Volviendo a los hechos, no sé cómo ha llegado hasta mí la tarjeta. Ni siquiera recuerdo haberla solicitado, pero el caso es que esta mañana aparecía en mi correo una carta de la Financiera de El Corte Inglés que me comunicaba que podría pasar por cualquier centro a recogerla. Curioso el afán de esta gente por empeñarnos hasta las cejas, puesto que te la fabrican en el momento (digo yo, porque si puedes recogerla en cualquier centro no va a ser porque se hayan dedicado a enviar tarjetas con tu nombre a todos). El caso es que, haya llegado como haya llegado, la fabriquen como la fabriquen... es una putada en forma de tarjeta. Mucha gente asegura que viene muy bien para una emergencia, que es gratuita, que te da derecho a promociones... pero lo mires como lo mires, es un compromiso que te creas de por vida (ya que te la dan, cómo rechazar la posibilidad de fardar dentro de unas décadas sobre la posesión de la tarjeta). Como pasa siempre, piensas: "no la voy a usar, pero la tengo ahí por si acaso", mentira! Al final acabas cayendo, pasas por delante de algo que te gusta, te quedas mirándolo con ojitos de caramelo chupao y dices: "bueno, lo pago con la del Corte, que total, me lo pasan dentro de dos meses", pensando que esos dos meses nunca pasarán. Y pasan, y te vas convirtiendo cada vez más es una de esas señoras de las que antes hablaba.
Un aspecto que, sin venir mucho a cuento, me trae a la memoria la tarjeta, es mi infancia. Cuando desayunando a las 8 de la mañana colaban, entre Los Frutis y David el Gnomo, algún anuncio de La Tienda en Casa. Te vendían cosas absurdas (eso no ha cambiado, lo último que recuerdo haber visto anunciado es un audífono que, aunque dicen que nadie notará que lo llevas, parece que te vas con el inalámbrico a todas partes), y al finalizar decían: "puede efectuar el pago contrarrembolso, con tarjeta, o con la tarjeta de Compra de El Corte Inglés". Vamos, que interpreto La Tienda en Casa era otra sucursal del imperio que se está montando Isidoro Álvarez.
En fin, no sé si acabaré usándola, rompiéndola o atormentando dentro de unos años a jóvenes estudiantes de periodismo que estén ahogando sus penas en el arte de la venta. El caso es que, desde hoy, poseo el mismo "arma" del que presumen las Señoras, señoras que dirían: "ya le dan la tarjeta a cualquiera"...
Sí, señoras, y es que "El Corte Inglés ya no es lo que era".
A partir de hoy, comienza a gestarse un mí una "Señora" en toda regla. Hay muchas señoras, y más ahora que Facebook ha dado rienda suelta a la definición de múltiples tipos de señoras (de hecho, estoy segura que la que voy a narrar a continuación ya está descrita en algún grupo de esos). Decía, hay muchos tipos de señoras, pero la señora que posee la tarjeta de cmpra de El Corte Inglés es un ser superior, o al menos eso se creen ellas. Son seres que se creen con una preferencia especial por llevar 50 años con el trocito de plástico blanco y verde (sería muy recomendable actualizar también su formato, al igual que el de los clientes), y quieren que por ello les trates como si fueran VIP, o usan ese argumento para amenazarte cuando les llevas la contraria en algo: "que yo soy clienta de toda la vida, me vas a decir ahora que los arreglos se cobran?" Sí, señora, aunque usted no lo haga, el mundo evoluciona. Qué categoria da la dichosa tarjeta; yo tengo la de Mango o la Affinity y ya puedo ir al Zara diciendo que tengo la tarjeta, que me van a seguir diciendo: "lo que hay fuera" cuando les pida la talla de algo.
Por otro lado están los maridos de las señoras que poseen la tarjeta de compra de ECI, seres peculiares también. Ellos suelen hacer más hincapié en que son los primeros que tuvieron la tarjeta.Si se juntasen todos los que dicen eso, habría una disputa por saber quién fue realmente el primero, que, por edad, podría ser cualquiera. Podrían haber conocido, incluso, la tarjeta de los mercados de Trajano donde se comerciaba en la Roma Imperial.
Volviendo a los hechos, no sé cómo ha llegado hasta mí la tarjeta. Ni siquiera recuerdo haberla solicitado, pero el caso es que esta mañana aparecía en mi correo una carta de la Financiera de El Corte Inglés que me comunicaba que podría pasar por cualquier centro a recogerla. Curioso el afán de esta gente por empeñarnos hasta las cejas, puesto que te la fabrican en el momento (digo yo, porque si puedes recogerla en cualquier centro no va a ser porque se hayan dedicado a enviar tarjetas con tu nombre a todos). El caso es que, haya llegado como haya llegado, la fabriquen como la fabriquen... es una putada en forma de tarjeta. Mucha gente asegura que viene muy bien para una emergencia, que es gratuita, que te da derecho a promociones... pero lo mires como lo mires, es un compromiso que te creas de por vida (ya que te la dan, cómo rechazar la posibilidad de fardar dentro de unas décadas sobre la posesión de la tarjeta). Como pasa siempre, piensas: "no la voy a usar, pero la tengo ahí por si acaso", mentira! Al final acabas cayendo, pasas por delante de algo que te gusta, te quedas mirándolo con ojitos de caramelo chupao y dices: "bueno, lo pago con la del Corte, que total, me lo pasan dentro de dos meses", pensando que esos dos meses nunca pasarán. Y pasan, y te vas convirtiendo cada vez más es una de esas señoras de las que antes hablaba.
Un aspecto que, sin venir mucho a cuento, me trae a la memoria la tarjeta, es mi infancia. Cuando desayunando a las 8 de la mañana colaban, entre Los Frutis y David el Gnomo, algún anuncio de La Tienda en Casa. Te vendían cosas absurdas (eso no ha cambiado, lo último que recuerdo haber visto anunciado es un audífono que, aunque dicen que nadie notará que lo llevas, parece que te vas con el inalámbrico a todas partes), y al finalizar decían: "puede efectuar el pago contrarrembolso, con tarjeta, o con la tarjeta de Compra de El Corte Inglés". Vamos, que interpreto La Tienda en Casa era otra sucursal del imperio que se está montando Isidoro Álvarez.
En fin, no sé si acabaré usándola, rompiéndola o atormentando dentro de unos años a jóvenes estudiantes de periodismo que estén ahogando sus penas en el arte de la venta. El caso es que, desde hoy, poseo el mismo "arma" del que presumen las Señoras, señoras que dirían: "ya le dan la tarjeta a cualquiera"...
Sí, señoras, y es que "El Corte Inglés ya no es lo que era".
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