miércoles, 6 de julio de 2011

La Chica

Y muy en contra de mis vaticinios sobre mi fin del mundo, todo pasa. Pasó la primavera y llegó el verano… Y con él, el calor, los mosquitos, las rebajas y los recuerdos. Recuerdos de cuando una servidora era joven e inocente… vamos, cuando era chiquitita. No asustarse, no voy a entrar en topicazos parecidos a los de la canción “Acuérdate” de El Canto del Loco, de hecho, yo era una tía peculiar como para poder encasillarme en tópicos. Por tanto, tras echarme unas risas ayer con mi madre acordándome de cosas, he decidido dedicarme a mí misma esta entrada del blog.

En realidad, y a todo esto vino la conversación con mi madre, no me acuerdo de casi nada de cuando era pequeña… pero con su ayudar y leves imágenes que me vienen a la cabeza, he sido capaz de reconstruir las situaciones.

No me acuerdo de mucho, pero si hay algo que tengo grabado en la memoria, y que me limita bastante a la hora de reñir a los niños cuando hacen alguna cosa, es la bronca (o lo que yo creo recordar como bronca) que me echó el camarero de una terraza en Sevilla por levantar la pestaña de una sombrilla y hacer que ésta se cerrase. Por aquellas fechas, iba yo con mi bolsa del Spar (literal) llena de pulseras y pendientes de plástico, que no dudaba en sacar a la mínima parada que se hacía en el camino. Mis padres no ganaban para comprarme todos los bolsitos habidos y por haber  para poder transportar mis “joyas”, pero yo era una niña sencilla, y por muchas pulseras que tuviese, no saltaba la bolsa de plástico ni muerta. Y eso que por aquellos entonces no se cobraban a 5 céntimos como ahora, que si no…

Otro hobby que tenía era andar en pelotas por todos lados… no hay foto de la playa en la que salga vestida, el rastrillo y la pala (probablemente transportado hasta allí en bolsa del Spar…) eran mi único atrezzo… y autoenterrarme en los hoyos que cavaba… así llegaba luego a casa, que me sacaban arena hasta de los ojos. Lo de ser la pionera del destape en la playa es medio lógico, pero avergonzar a la familia saliendo al balcón de casa desnuda era otra historia…

Hablando de familia… típicos eran también mis destrozos sobre las construcciones que mi hermana y mi tía cuidadosamente montaban a lo largo del pasillo. Horas sacando todos los juguetes de los cubos y la caja de Colón (adjunto documento gráfico) para crear mini ciudades (cuando todavía no había especulación con los terrenos), más horas de creación que de juego, ya que, en cuanto soltaban a la fiera, se oía: “mamáaa, coge a Celia, que nos estropea todo!!!”, y cual “Cariño, he agrandado al niño” los Pin y Pon veían llegar gateando a una niña regordeta y con cara de malvada. Era lo último que veían hasta recobrar el conocimiento, cuando entonces volvían a estar metidos en el cubo con un coche a propulsión ,de esos que venían con los Kinder, encima de sus ahuecados peinados. No obstante, mi tía y mi hermana no me odiaban porque también les servía de conejillo de indias para disfrazarme de todo tipo de cosas, maquillarme y “explotarme” sin descansar hasta que no me saliese el paso de un baile de Tina Turner en el que era cogida de los brazos por dos bailarines a sus lados. Suena cruel, pero era hasta divertido… además, a mi hermana le permito yo lo que haga falta tras saber que no me llamo Leonor gracias a ella. Aunque el uso que se le da a mi nombre en casa es básicamente nulo… debido a ser extremeña y ser la menor de las hermanas, pasé a ser “la chica” (chica en el sentido de la pequeña, aclaración para el público externo a la comunidad…).



A pesar de destruir ciudades, no era tan mala con todo el mundo… estaba mi osito Teddy, al cual quería con locura, hasta que se suicidó… en realidad hicieron que pareciese un suicidio, pero yo vi cómo mi padre lo arrojaba al vacío… luego regresó, pero nunca volvería a ser el mismo. Menos mal que no era mi principal ayuda para dormirme, sino que me bastaba con tocarle la oreja a alguien y me hacía el mismo efecto que llegar al minuto 8 de una sesión de Café del Mar.

Por último, el recuerdo que más trastorno me ha causado y por el cual estoy pagando aún las consecuencias (incluso más traumático que la regañina del camarero sevillano), es el de cuando me regalaron el casette con micrófono… en qué momento se les ocurrió a mis padres despertarme el espíritu periodístico-televisivo…?? La verdad es que si me llegan a pillar los del Tomate perseguir a la familia como si fuesen la Pantoja, me hubiesen fichado y me hubiese ahorrado los años de carrera…

Pero bueno, como digo mucho últimamente, todo pasa, y por mucho que en aquella época mi mayor problema fuese que un camarero andaluz me había reñido, cada cosa a su tiempo, tampoco vamos a renegar de lo bien que se vive de mayor. Cambiemos mis pulseras de plástico por una colección más selecta, mi bolsa del Spar por mi monedero de Carolina Herrera, el “mamá! Coge a Celia…!” por “Chica! Cuándo vienes??”, a Teddy y la oreja por… por una cama muy grande para mí solita, y el micrófono esperemos cambiarlo en un futuro por uno de verdad.

1 comentario:

  1. Jejeje, me ha encantadoo!!! precisamente, justo antes de leerlo, estaba hablando también con mi madre de mi dulce (pero en ocasiones dura) infancia jajajaja... si es que los peques son adorables!!!!! (profesión frustrada, profe de guardería... jejeje)
    Por cierto, yo también soy "la chica" en mi casa (ya sabes, Extremadura jejejeje)

    Un besitoo wapa =)

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